Indiscutiblemente tu ausencia se me dibuja sobre un cuaderno que no usa lápices (y está por llover)

¡Abráse visto tamaña infamia!, lamentablemente el desasosiego que me causa el sólo hecho de cerrar los ojos, aún cuando estás aca, es asumido con estoicismo y dejando de lado ciertas vulnerabilidades propias de los seres humanos, me sumerjo a mi propio inframundo, para ausentarte, y acompañarte, dejándome incluso sin mí en ese afán absurdo de prepararlo todo con antelación.


Porque algún día te irás. O yo. Porque algún maldito día, espero que harto lejano, o tu cuerpo o el mio, o el corazón, o un puto error inesperado, sin embargo esperpéntico precipitará inevitablemente el ocaso de la pasión. Y puede ser simplemente un accidente: y la muerte.


Pero ha de suceder, y no caben dudas, no hay hado protector, no hay esperanzas en el futuro. Tenerlas es adecuarse, adaptarse, domesticarse, ser humano, y así nomas, mas yo no estoy dispuesto a ser lo que ya antes fui. No señor.


Mientras escribo ahora te espero, te escribo para no esperarte, espero... y como me aburro, escribo para tí. No obstante, mi predilecta, preferiría que estuvieras aquí y hacerlo en tu espalda con mis labios. En la curva deliciosa que se dirige perfectamente a los más misteriosos, y no solo por eso, a los más ansiados abismos, preferiría esperar. Pero no, aquí con un cuaderno que ni siquiera es lo que dice ser. Con lápices que tienen más centímetros cuadrados de superficie que cualquier otro real. Con tu ausencia y tus dulces sonidos, y tus perfectos aromas impregnados en cada órgano espero, sabiendo que no hay más nada que esperar.


Que tengo que salir a buscarte, que esperar también a veces es domesticarse, pero que salir a buscarte, doméstico, es mejor que esperarte, abúlico.


Entiéndelo bien, no tengo más elementos importantes que atañan a lo que siempre es concerniente. Los elementos a los que pertenezco me impiden discernir, discriminar y ahogarte en un abrazo, para que se acabe el esperar y finalmente haya un motivo, diferente, inesperado, sorpresivo para acabar con mi esperar y expirar... como una lata de atún.


Melón-alcohólico, hijo de la espera, compadre de la ausencia, infelizmente fausto.


Econolópito Occípelo.

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